Alguien a quien quiero y admiro me preguntó hace tiempo: «si tuvieras que tatuarte una sola palabra, ¿cuál sería?».
Me fui a casa pensativa, repasando mi vida, rebuscando dentro… y la encontré: Resiliencia.
La psicología dice que es la capacidad de las personas de sobreponerse a periodos de dolor emocional y situaciones adversas. Yo digo que es una forma de entender la vida o, a lo mejor, es revelarse ante el sufrimiento y decir a lo Pantoja «dolor, no me vas a joder más.
Para mí, significa una cadena de historias superadas que dejan costura, de las cuales en algunas siempre quedan hilos colgando, pero no pasa nada, con ellos se pueden hacer lazos monísimos.
Y la segunda parte del significado es que mientras te rompes los dientes no hay colchón que amortigüe ni quien te ponga tiritas, porque todo lo que te rodea es la propia herida. Así que sólo queda una cosa: R-E-S-I-L-I-E-N-C-I-A: Resistir, empatizar, sobrevivir, seguir tu instinto, luchar, intentar de nuevo levantarse, no perder la esperanza, tirar de nobleza cuando la rabia te supera, ponerle corazón a cada escalón que subes, ser inconformista con el dolor y buscar la felicidad y, por supuesto, mirarse dentro, preguntarse, dudar y entenderse: Autoconocerse.
Lo mejor de la palabra viene ahora, cuando después de todo lo anterior, de mamar negatividad, soledad, incomprensión… no sabes cómo coño has llegado al punto en el que afrontas la vida con una sonrisa, tienes ganas de comerte el mundo, aprendes a mirar a los ojos, a valorar un amanecer, a dejarte querer, a comprender que los vínculos no son cuestión de sangre ni de tiempo sino de intensidad -y de verdad-, que la familia también se elige.
Aprendes de forma autodidacta a expresar las emociones, y entonces abrazas más que nunca, dices Te quiero cada vez que te apetece y no sólo a una pareja, sino a tus hermanos, a tus amigos, a tus tíos, etc.
Deja de importarte lo que opine quien no debe opinar porque tiene mogollón que callar, no tienes ni idea de bailar pero bailas, te ríes de tu sombra, escribes y te atreves a dejar que te lean…
En fin, cosas… Está escrito mirando hacia mí, de forma que lo pueda leer para no olvidar lo que ya caminé.
No me gusta la motivación barata ni doy consejos, pero en serio, aunque la vida no es un cuento, nosotros elegimos si abrimos la puerta al lobo o nos comemos felices las perdices (con cerveza, siempre con cerveza).
Somos nuestra mejor terapia.
– Letras Versales –