Psicóloga forense. Madre. Hija. Hermana. Amiga. Compañera. Pero, sobre todo, mujer. Sé de la vida lo mismo que cualquiera: he aprendido y he tenido que desaprender a base de tropiezos y caricias. Como todos.
#amoreschulo es el sitio de mi recreo, es la ventana que abrí para sacar la cabeza, respirar y dejar salir la angustia y el dolor que sentía por una relación violenta que sufrí durante dos años y medio. Aún a veces me cuesta trabajo creer que me ocurrió a mí… Psicóloga, mujer independiente y salvajorra… ¿Increíble, verdad?
Hasta liberarme de los nudos que me asfixiaban, y ante la impotencia de tantas personas que me quieren, malgasté casi toda mi energía, perdí demasiado en el camino, lloré a mares y necesité muchas horas de charla y trabajo personal con una colega para desgranar y señalar las teclas que, llamémosle “X”, fue capaz de tocar para que yo me fuera infiel de esa manera y tolerara su violencia insidiosa. Y ni una sola vez me levantó la mano. Nunca le hizo falta. A cualquier puñetazo, sea como sea, le precede la caricia; no lo olvidéis. ¿Conocéis la parábola de la serpiente que se traga a la luciérnaga? Los detalles son feos hasta el extremo.
Pero mi historia no es una excepción. Es la historia de infinidad de mujeres. Para ellas es #elamoreschulo. Y para ellos. Porque en esto del amor, nadie se libra, estamos a la par. Hemos avanzado en igualdad pero mujeres y hombres, todos, seguimos creciendo y cargando con el peso de los estereotipos, de los mitos tan nefastos del Amor Romántico, de los mandatos de género, de los mensajes sesgados que nos bombardean sobre el significado del amor y de la vida en pareja. El amor real es otra cosa; es un amor basado en compromisos, responsabilidades e imperfecciones. Pero, sobre todo, es libertad.
Demasiado a menudo buscamos fuera lo que debemos mimar y cuidar en primer lugar: El amor hacia uno mismo. Marcar límites y no dejar que nadie los traspase nunca es sin duda el primer y más necesario acto de amor; el amor más valioso: el propio.
Como dice mi admirado y aún más querido Eloy Cánovas, #elamoreschulo es una cicatriz de la que puedo sentirme orgullosa. Y vaya si lo estoy…. Pero por encima de todo, me siento orgullosa del calor y el impulso de tantas manos que me sujetaron y me ayudaron a recorrer el camino. Me miro al espejo y me gusta lo que veo. Soy afortunada: aún me acompañan. Gracias. Infinitas.