Se acerca el 25N y el panorama no puede ser más desolador: 43 mujeres asesinadas por sus parejas o ex-parejas + 7 menores asesinados por violencia machista contra sus madres.
Son datos del Ministerio de Igualdad actualizados el 02 de noviembre. Si atendemos a las cifras no oficiales y más reales de Feminicidio.net (contabilizan los casos en los que no existía esa relación afectiva o de convivencia), resultan aún más sangrantes, inhumanas, crueles.
Incluyamos a los hijos de esas mujeres asesinadas y a las madres de esos hijos asesinados. Digo yo que también son víctimas. Indecente es no hacerlo.
¿Sumamos las violaciones?. Y no olvidemos los homicidios frustrados y las agresiones que no matan pero te llevan a la cama de una Unidad de Cuidados Intensivos o de cuyas heridas te curas sola. También hay que añadir los datos repugnantes de la trata de mujeres.
Se pierde la cuenta. Y sólo se conocen los casos denunciados. ¿Qué ocurre con la violencia machista sutil que no se ve pero forma parte de nuestra sociedad, con un sistema de valores patriarcal que la sustenta?.
Pues nada, es un suma y sigue: acoso sexual callejero, discriminación laboral y salarial, acoso sexual en el trabajo, inequidad en el reparto de las tareas domésticas, sexualización y cosificación, abusos sexuales dentro de la pareja, chistes machistas, violencia institucional, la falta de compromiso de los medios de comunicación, micromachismos, etc. Así hasta la extenuación.
Denunciar las violencias machistas, esa que mata y esa que oprime, la explícita y la que no deja marcas, no es ir en contra de los hombres.
Ser feminista no significa odiar a los hombres. Es una cuestión de derechos humanos, de los derechos fundamentales de las mujeres.
¿Que si soy feminista? Hasta la médula.
#elamoreschulo ♀
#MachismoMata